
Yo reconozco que estoy entusiasmada: por fin tengo un espacio virtual, donde no existen límites de espacio, tiempo ni ubicación física para poder compartir contenido de lo que más me gusta en el mundo: el AUTOCUIDADO a través de la práctica de YOGA.
Desde que me convertí en madre, hace ya 10 años, he sido una GRAN ASIDUA a formaciones online. Mi práctica de yoga, hoy en día, se sostiene en el contacto que tengo con diferentes profesores cuyas clases sigo a través de plataformas como la mía, como FEELYOGA.CLUB. Por eso sé que tener AUTONOMÍA de tiempo es ESENCIAL. Disponer de mi tiempo me permite no saltarme mi práctica, porque si un día no puedo hacerla por la mañana, sé que puedo conectarme a las 22h o a las 23h, cuando hay calma en casa, cuando ya solo estoy buscando ese instante de conexión conmigo misma y esa calma que moverme en la esterilla me aporta.
Mi experiencia me ha llevado a querer ofrecer este recurso desde mi estudio presencial en Madrid. Por eso estoy tan feliz y comunicando a los cuatro vientos este proyecto que me ilusiona tanto.
Al ofrecerlo a mis alumnas presenciales surge la cuestión de ELEGIR entre yoga presencial o yoga online. Para mí no son excluyentes, nunca lo han sido, sino que es la forma en la que yo puedo mantener mi práctica, gracias a estos recursos COMPLEMENTARIOS.
Si mi yoga se basase solo en la asistencia a una clase presencial, para mí estaría cojo. Necesito practicar cada día, o al menos, con más frecuencia. Además son experiencias diferentes:
La práctica presencial
- La práctica presencial me aporta cambiar de lugar, salir de mi entorno familiar donde me acompañan más distracciones. Al romper con el entorno, me concentro mejor.
- Cuando acudo a clase el ambiente es energéticamente muy acorde con lo que necesito: la energía se contagia, y me lleno de ese lugar, de esa vibración colectiva.
- En clase me dejo guiar, no tengo que elegir nada, no tengo apenas responsabilidad en el diseño de mi sesión ni en el cuidado de mi entorno. Simplemente, me cuidan.
- En clase me pueden corregir y eso me da cierta tranquilidad porque calma mis dudas y la parte de mi mente que sigue anclada en esa idea de «hacerlo bien/hacerlo mal».
- Al tener un día y una hora fijos puedo agendar mejor mis sesiones presenciales y no caer en la tentación de «saltármelas».
La práctica online
- Me permite CUIDARME YO, y reforzar ese compromiso con buscarme un hueco y un pequeño espacio donde atender lo que necesito en cada momento.
- Me ayuda a realizar una práctica FRECUENTE y CONSTANTE. No tengo la excusa del tiempo, no tengo que aparcar, no tengo que desplazarme ni me da pereza. Simplemente retiro una silla, extiendo la esterilla y ya estoy en MI MOMENTO.
- Me facilita el acceso a material y profesoras que no tengo tan cerca: cambio de estilo, cambio de instructora… Quizás pruebo una dinámica que no creía que me fuese a gustar, y mi curiosidad y aprendizaje se DISPARAN.
- Puedo preguntar dudas gracias al SOPORTE y consultar material extra que me llega: un ar´tículo, un ebook, un audio… Mi vivencia del yoga y del AUTOCUIDADO se integran en mi estilo de vida y me resulta más completo.
- Adapto mi práctica a lo que necesito: si tengo menos energía, si estoy con la menstruación, si solo puedo dedicarle 30 minutos… No tengo que pedir permiso ni dar explicaciones porque no afecta a nadie más que a mí, y yo voy aprendiendo que el yoga es adaptación.
- Aprendo, aprendo y aprendo: con los cursos que van estando disponibles me decido a aprender habilidades nuevas como la MEDITACIÓN. Otras cuestiones como filosofía del yoga y la gestión emocional y de la atención serán complementos que la plataforma va a recoger y por eso no me planteo privarme de todo esto.
Dicho lo cual… Yo lo tendría claro: daría mis clases presenciales y me regalaría el inmenso placer de tener un recurso de apoyo que no me cuesta mucho sostener y redondea mi vínculo con el YOGA. El autocuidado es cada vez más importante y es clave para poder sostener una vida exigente donde no podemos descuidar estos ratitos de presencia y conexión. Realmente, apostar por una práctica COMPLETA merece la pena.