
Muchos de nosotros nos aceramos al yoga buscando bienestar a través del cuerpo. Posteriormente llegará la conexión con nuestra mente y ese universo de posibilidades de movimiento, respiración, atención y presencia se irán desarrollando a través de nuestra práctica para adentrarnos en un viaje sanador y de reconexión con nuestra esencia.
La práctica de yoga, por tanto, tiene un componente físico importante que a mí me gusta relacionar desde esos inicios, con su paralelismo mental: al practicar asanas (posturas) vamos liberando posibilidades de movimiento, igual que cuando practicamos meditación y atención plena vamos liberando posibilidades en nuestra percepción y discernimiento.
Pero nuestro cuerpo es un sistema complejo y a veces, las acciones que realizamos buscando un resultado no terminan por funcionar. Queremos ganar movilidad y descubrimos bloqueos…. Nos esforzamos con las posturas más retadoras y resulta que a pesar de la constancia, se nos atascan, y nos sitúan en un punto de poca evolución…
Dentro de esta complejidad, afortunadamente, vamos aprendiendo más y más sobre movilidad y descubrimos que no todo el sistema locomotor reacciona igual a los mismos estímulos: tenemos el sistema musculoesquelético, que se encarga de movernos, de generar nuestras flexiones, torsiones, extensiones… Le damos fuerza y puntos de anclaje y nuestra anatomía nos puede asombrar con ese conjunto de gestos que reconocemos. Pero envolviendo estructuras y actuando como un conector de todo este conjunto, se encuentra el SISTEMA FASCIAL: un tejido que cubre vísceras, músculos, nervios… Cada fibra muscular está rodeada por fascia y su intervención es esencial para la estabilidad y movilidad de nuestro cuerpo.
La fascia
En el tejido fascial se recogen buena parte de las limitaciones de nuestra movilidad, y la liberación de estas restricciones, de sus bloqueos y rigidez es clave para que nuestro cuerpo se equilibre y pueda desarrollar plenamente su potencial de movimiento y bienestar.
La fascia acumula tensiones y restricciones que no solo tienen un origen físico, también emocional. Es una barrera protectora que amortigua los impactos, absorbe nuestros malos hábitos posturales y, si no se equilbra, puede contribuir a restringir nuestros patrones de movimiento. Cuando el tejido fascial muestra alguna zona limitada, con tensión o bloqueo, es causa de dolor, molestia o movilidad limitada. Cuando el tejido fascial comprometido está implicado en algún órgano, podemos percibir molestias (restricciones en la respiración, molestias digestivas…).
Liberación miofascial
Las técnicas de liberación miofascial son un recurso maravilloso para aprender a equilibrar nuestro tejido conectivo detectando puntos de tensión, pequeñas contracturas o molestias derivadas de descompensaciones posturales, y zonas rígidas que están impidiendo un movimiento libre y amplio.
El trabajo con pelotas de liberación miofascial es una técnica que me encanta practicar y enseñar, ya que de manera sencilla podemos contribuir a cuidar de nuestro sistema fascial de manera preventiva, incorporando el ´hábito del automasaje para equilibrar la tensión corporal y para liberar zonas y estructuras que por nuestros hábitos posturales tendemos a bloquear padeciendo dolor crónico.
Nuestra propuesta

En la masterclass de ‘YOGA Y LIBERACIÓN MIOFASCIAL’ vamos a hacer una práctica inicial para conocer la ´´técnica que nos permitirá darnos un masaje completo por las zonas de mayor tensión de nuestro sistema fascial; posteriormente nos detendremos en algunas posturas de YIN YOGA para incorporar las pelotas y el trabajo sobre el tejido miofascial a la vez que integramos la atención plena mediante la respiración consciente y la presencia.
¿Qué necesitas? : Pelotas de liberación miofascial
Aunque estamos acostumbrados a ver a deportistas usando rodillos para este tipo de técnica, a mí me gustan mucho más las PELOTAS de liberación miofascial.
Las hay de diversos tamaños. Una vez que te adentras en esta práctica, puede que termines comprando varias para tener la posibilidad de combinarlas o alternarnas según la zona.
Si solo vas a comprar un par de momento (sí, siempre por pares, y si es posible, dentro de su bolsita para poder usarlas juntas), te recomiendo usar un material duradero pero no excesivamente duro (el caucho natural está bien), y un tamaño de unos 6-7 cm. de diámetro.
Os voy a dejar por aquí algunos enlaces por si las queréis comprar antes de la clase: